domingo, 10 de marzo de 2013

Bosques de la Mente 5:5


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Bosques de la Mente (Parte 5 de 5)


V


Porque aún, a pesar de todo, tenemos a los árboles. Aún, el ensueño de lo salvaje, latente en los bosques, está en nuestro interior, igual que sus encantos; cantados. Entre tanta tragedia de destrucción, aún surge la comedia que viene del lado salvaje, creciendo en nuestro interior, añorando el cielo. Porque, en algún nivel, no hemos olvidado del todo la comedia de la vida.

El espíritu de la comedia es el mismo que el de la vida, ambos leguminosos, de exuberancia vegetal. Es juguetón, este espíritu. Lo salvaje y la comedia comparten un amor por lo incorrecto, llenando la felicidad con el cuerno de la abundancia. La comedia de la vida es rebelde, en el carácter desordenado y festivo de la naturaleza.

Todas las cosas y todo el mundo tienen su papel en este juego de arlequines. La comedia se despliega a lo largo de la vida, y con su generosa y regenerativa gracia, llena la vida de ella hasta que acaba desbordándose. La tierra está caliente, arde, fermenta, rebosa vida, la vida que siempre camina por el lado de fecundo desorden y gracia animal.

Los bosques son, para mí, lo contrario a la depresión. Si la depresión es aburrimiento, los bosques resplandecen de vitalidad. Mientras que la depresión es quietud coagulada, los bosques se retuercen, bailan y saltan. Si la depresión en una horrible enfermedad solitaria, el corazón del bosque mantiene una conexión constante entre todos los tipo de vida que hay en él. Después de haberme sentido condenado a la depresión, yo experimenté la transformación de los bosques. Habiendo sentido el frío, silencioso y fatal abrazo de la depresión, encontré en el Amazonas algo que transmitía una absoluta calidez, un torrente de lenguaje que contaba el gruñido, el florecimiento de la vida y su carcajada, todo ello con una alegría verde de verbos ruidosos, los bosques hablando con palabras, todo un universo riéndose y repleto de vida.

Y lo que dice es – sí.


Jay Griffiths

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