martes, 5 de marzo de 2013

Bosques de la Mente 2:5

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Bosques de la Mente (Parte 2 de 5)

II


Los chamanes consideran que su trabajo consiste en viajar a los paisajes de la mente, buscar el espíritu de las personas y hacer que recupere su fuerza original.

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Hay algunos términos del bienestar psicológico que pueden sonar a descripciones de árboles: ‘asentado’ y ‘arraigado’, ser capaz de ‘mantenerse firme’ y también de ‘ramificarse.’ Los bosques han estado siempre conectados a la mente, y parece algo universal para el ser humano el considerar a los árboles como buenas formas de buscar las verdades. En todo el mundo la gente ha confiado en los árboles por su solidez y firmeza, literales y metafóricas.

Un anciano del Amazonas dice que el Amazonas es una “enorme extensión, parecida a la mente humana.’

Hablamos del “árbol de la ciencia”; los árboles han estado siempre ligados a la sabiduría; Buda meditaba bajo un árbol en India, los Sadhus siempre se retiraban a meditar a los bosques en busca de sabiduría. Los nativos americanos veneraban la idea del Árbol Sagrado. He estado con indígenas en el Amazonas mientras veían cómo sus bosques eran destruidos, sus tierras arrasadas. Lloraban. ‘Destruir los bosques es lo mismo que destruirnos a nosotros,’ decían. ‘Nosotros somos la tierra.’ La deforestación del Amazonas es también la deforestación de la mente humana.

Los chamanes son los médicos y terapeutas del bosque; sus medicinas son una farmacia gratuita. El Amazonas tienes sus propios artistas, músicos y filósofos que han establecido intricadas conexiones entre los bosques y las rutas mentales. Los bosques son fundamentales en las expresiones mentales del arte, la música, el lenguaje y la cultura, y la destrucción del Amazonas es como bombardear la Filarmónica de Berlín; incendiar el Louvre; rajar los libros de Shakespeare; arrasar el Opera House de Sydney o quemar las partituras de Mozart.

Mientras tanto, estoy tumbado en la cabaña de los chamanes, y la noche de los bosques estaba literalmente en-cantada.

Uno de los chamanes cantaba conjuros, los cánticos o ícaros, las melodías del Amazonas.

Etéreas, tranquilas hasta casi ser inaudibles, los cánticos son a veces silbados, a veces cantados, y a veces suenan como zampoñas a kilómetros de distancia, música medio oída de naturaleza desconocida, en la que la melodía parece más un olor, una dulce resina en el aire proveniente de un árbol invisible. Me sentía como si me hubiera bebido el bosque y escuchara su esencia.

El chamán se calló durante un rato, y comenzó otro cántico, específico de ciertos árboles y bosques. Estaba cantando una de sus propias melodías. Aunque las más famosas son la Melodías de la Australia Aborigen, yo podría argumentar que el mundo entero está rodeado de melodías, que son el amor de la gente a la tierra convertido en música.


La canción se eleva en un caliente silencio durante un rato, no reconocida, y entonces, desde las sombras, apareció un pequeño brote de canción. Todas las canciones parecían cantadas en clave de verde. La canción parecía viva como una planta, y en un silbido oí un brote de fino tallo, y luego la música creció, elástica y energética como un árbol joven de significado verde; la melodía se enredó como una parra, y se convirtió en una hoja.

FIN DE LA PARTE II


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