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Bosques de la Mente (Parte 4 de 5)
IV
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Tras mi estancia con los chamanes, me sentía tan feliz como
un saltamontes. La depresión que había sufrido no regresó durante años. ¿Qué es
lo que fue tan efectivo? Una combinación de tratamiento chamánico y música,
pero también la pura y brillante vitalidad del bosque que, como todos los
lugares salvajes, era en sí misma un tónico para el espíritu humano.
Nuestra mente necesita de lo salvaje, lo inequívoco,
inolvidable, lo elemental, la melodía universal de la naturaleza, cantada en
oro verde que reconocemos nada más oírla. Provenimos de esa canción salvaje y
nos sentimos vivos del todo cuando conseguimos que esa melodía resuene con su
tono más salvaje, cantada con un intenso amor.
Todos los seres humanos son en su esencia criaturas salvajes
y odian la reclusión. Necesitamos lo salvaje, y tendemos a ello, y rodeándonos
con su anárquica alegría de vivir. Brillamos cuando la luz salvaje luce. Y
cuanto más encerrados nos encontramos – domesticados por la televisión,
controlados por las hipotecas y la burocracia – más se rebelan nuestros genes
salvajes, más alto gritan contra la agresión, la ira y la depresión.
Camina. Comienzan los tambores. Síguelos. Sigue los tambores
del trueno. Sigue al sol. Sigue a las estrellas por la noche mientras
permanecen inclinadas en la inmensidad del cielo. Sigue al rayo y al camino
abierto. Sigue a tus instintos. Sigue a su llamada. Ponte las botas. Fuimos
hechos para ir por la vida salvajemente despiertos: nuestras mentes en
movimiento, rápidas, intercambiables.
Ser un nómada en la mente de cada persona es nuestro don:
movernos y aprender, aprender constantemente. La mente, se libera, pasea,
pregunta, busca, cuestiona, busca las raíces, sale en su búsqueda.
Es como el mundo se hubiera escrito en clave de tragedia. La
gente presa de una depresión siente esa tragedia como algo particular, pero yo
creo que es algo que sucede a un nivel mucho más general, la tragedia del
divorcio de lo esencial, lo salvaje que hay en la vida, y la separación de su
naturaleza fundamentalmente cómica. La tragedia trabaja destruyendo el
espíritu, con el exceso de trabajo, sus trayectos diarios, el agotamiento de la
hora punta; las preocupaciones, las facturas, estrés y las malas noticias que
todos conocemos. Pero la tragedia no lo es todo.
FIN DE LA PARTE IV
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