inmóviles son los globitos rojos y negros que llevan suspendidos
a los muertos por largas cuerdas que se envuelven
a sus cuerpos yertos como muchos bracitos que tratan de darle
su último abrazo su último abrazo para que no se mueran de
frío mientras los vientos helados de las alturas les congelan
las manos la mirada los traseritos triste triste triste los muertos
siempre van vestidos de negro y en su mano llevan un ramito
triste triste triste de claveles blancos que a veces se les
cae de las manos y entonces las florecitas una a una se deslizan
por la ola amarilla del día y mierda cuando caen lo que
estalla en el pavimento húmedo es un esqueleto de clavel es
un esquelético que se murió de soledad cerca de las nubes en una
florecita que no supo comprender el idioma secreto de las
aves triste triste triste los globos rojos y negros están por todas
partes encima de los parques sobre las avenidas sobre los
estadios cerca de las montañas triste triste triste en las mañanas
más exactamente cerca de las seis de la mañana cuando la
ciudad entera se halla sumida en sus malos sueños cuando
apenas los árboles de los parques y de las avenidas están comenzando
a fabricar su perfume triste triste triste que después
se diseminará por toda la ciudad los globitos de los muertos
disminuyen su altura y entonces casi que los puedo tocar con
las manos llegan casi hasta la copa de los árboles hasta los cables
de la luz hasta los techos de las casas y de los edificios y
se quedan suspendidos enredados en el absurdo tejido invisible
y tedioso de la mañana y apenas son movidos por el airecito
triste triste triste que lame la piel confusa de la ciudad
a las seis de la mañana y entonces alcanzas a verles las caras a
los muertos y lo que ves en sus miradas es agua muerta lo que
ves es que tienen la manos llenas de hierba seca de tierra vieja
y si aspiras ese aroma verás que huelen a antiguo pero no te
puedes acercar mucho porque los gusanos siempre están allí
carcomiendo sus jaulitas de carne carcomiendo sus cuerpos
tristes tristes tristes más tarde a eso de las once de la mañana
los globos rojos y negros toman de nuevo su altura normal y
entonces si estás en un parque y miras hacia arriba ves el cielo
sembrado de globos rojos y negros con muertos colgados
que en sus manitas tienen flores muertas y te entran un down
el malparido un down triste triste triste un down de saber que
cerca del origen de la lluvia esos muertos te dicen adiós con
las manos te dicen mándame una lluvia de whisky para soportar
esta soledad tan triste triste triste todos los lunes que es el
día más triste triste triste de esta ciudad en las primeras horas
de la mañana cuando la luz débil del sol se empieza a instalar
en todos los laberintos de las calles son soltados y elevados
nuevos globos rojos y negros con personas que han muerto la
víspera y entonces si miras hacia el lado del cementerio ves un
grupo de globitos subiendo poco a poco mientras rompen la
neblina espesa del amanecer triste triste triste ves a los globos
instalándose en las alturas cerca de las nubes los ves con sus
ramitos nuevos y alcanzas a ver que los claveles vibran con el
viento de la mañanita alcanzas a percibir que todavía en los
labios de aquellos muertos hay dibujada una sonrisita triste
triste triste que nunca más se reflejará en las nubes en la lluvia
ni tampoco en el vuelo de las aves que todas las mañanas rayan
el cielo y llenan las ramas de los árboles con su mierdecita
triste triste triste y entonces vuelves a mirar hacia el cielo cierras
los ojos y te tocas el corazón y compruebas que en verdad
lo que late allí adentro como un perro herido es una mierdecita
muy triste triste triste.
CHAPARRO M.